Un día en la montaña, en Tatei-Kie, mi cabaña es pequeña con una puerta y una ventana (nada seguras), como todas las demás, con dos camas individuales, un buró y un espejo como muebles.
En realidad es algo muy cómodo para dormir, (aunque yo prefería dormir poco y disfrutar mucho).
Con un pequeño recibidor (terraza, los gringos le llaman "porche") con un quinqué para poner una vela, que casi siempre está apagada, pues hace mucho aire.
Y como podrán ver, mi cabaña está a unos metros de la barranca (Siempre me gustó estar ahí), a veinte pasos un improvisado baño, y a unos metros la cocina-comedor.
¿Que más puedo pedir?
¡leña¡, si, mucha leña porque no hay que dormir, hay que ver un esplendoroso cielo tachonado de estrellas, constelaciones que no he visto desde otro sitio. Árboles que susurran con el viento, y escuchar la voz de los ancianos (marakate), historias de otros tiempos, de otras dimensiones.
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Mis mejores vecinos, los árboles. |
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Una foto antes de terminar el dia. |
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Rumbo a las cabañas, al fondo un lugar de ofrendas. |
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Vista parcial del comedor-cocina. |
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Mi habitación de más de 5 estrellas |
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Atrás de mi cabaña, el comedor y un baño. |
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Entre mi cabaña y la barranca solo unos metros. |
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La leña debe estar lista antes de oscurecer. |
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Esperando a los visitantes nocturnos. |
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Sin electricidad y sin luz de luna, |
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